El
Catatumbo es una subregión situada al norte del departamento de
Norte de Santander. Demarcada por zonas planas, montañosas y
selváticas alrededor del río Catatumbo, está conformada por los
municipios de Convención, El Carmen, Hacarí, El Tarra, Tibú, San
Calixto, Sardinata, La Playa y Teorama. Según el DANE para el 2004
tenía una población de 176 000.
Esta
región de rica tradición campesina e indígena empezó desde los
años 70s a ser lugar de conflicto, las guerrillas asentaron ahí
parte de sus estrategias militares y políticas. Luego del paro
nororiental campesino en la región a finales de los 80s el flagelo
del paramilitarismo inicia su penetración en la zona, dejando
decenas de masacres, desplazamientos, desapariciones y cualquier tipo
de vejámenes (las cifras son desgarradoras). El narcotráfico
terminó por convertir al Catatumbo en una de las regiones más
peligrosas del país. Desde esos momentos, y acentuándose durante
los periodos presidenciales de Uribe, su población vive una grave
crisis humanitaria.
Asimismo
el Catatumbo tiene otras dos goteras: el intolerable abandono social
por parte del Estado y el impacto de las olas invernales en los años
pasados. El estado de las carreteras de acceso es una lotería, los
profesores y médicos nombrados salen corriendo al primer disparo o
cilindro que estalla, las instalaciones médicas son medievales; es
la Colombia que muchos creen extinta y hablan de ella en pretérito.
A pesar de la dura situación humanitaria a raíz de la guerra, los
clamores generalizados de su gente son: Educación, salud y
carreteras.
Este
convulsionado pedazo de tierra es sumamente complejo, en los foros
académicos y políticos se dice que hay más proyectos de
multinacionales tras el carbón y el petróleo, el cultivo a gran
escala de la palma de aceite es cicatriz abierta de la concentración
en la tenencia de la tierra pescada en el rio revuelto del
paramilitarismo y la frontera con Venezuela la hace ruta de
contrabando a través del río Catatumbo (que hasta sirve para
llevar a los enfermos a Venezuela).
Bajo
tantas goteras, hay una que es de especial tensión porque involucra
directamente a los pobladores, a los grupos armados irregulares, al
ejército, al gobierno y a la opinión pública: el tema de la coca.
Un sector
de los campesinos del Catatumbo son sembradores y raspadores de coca,
una práctica que se propició por varios factores: la poca garantía
comercial para sembrar alimentos, la presión de los grupos armados y
los dividendos que deja la coca, generando incluso que personas de
todas las edades y de diversas regiones se vayan hasta el Catatumbo a
´raspar coca y ganarse unos pesos rapidito´.
Recientemente
el gobierno y los mandos militares anunciaron para el Catatumbo el
Plan de Consolidación, un plan que según el gobierno nacional
combinará la inversión social con la erradicación de coca. Y acá
empieza la coyuntura actual.
Desde
hace más o menos tres meses el ejército inició la erradicación
manual y química de las plantas de coca, lo que ha generado líos
con parte de la población puesto que además de quitarles sus
fuentes de ingresos (sin proponerles otras salidas factibles para
comer), han realizado capturas a campesinos. Esto ha reventado la
pasividad de la población, que desde hace casi medio mes adelantan
un PARO CAMPESINO para exigir un dialogo con el gobierno y un pliego
de cargos. Los campesinos se trasladaron hacia el municipio de Ocaña
(segunda ciudad del dpto.), siendo este el epicentro de los choques
violentos contra el ESMAD, situación tensa en aumento que aún sigue
latente y cuenta dos campesinos asesinados y varios heridos por
disparos de fusil.
Lo más
mediático del pliego de peticiones es la suspensión de la
erradicación forzada para abrir una erradicación concertada que no
los deje sin sustento y la creación de una Zona de Reserva Campesina
–ZRC- , figura que cobija el Estado y que tiene 6 ejemplares en el
país.
Esos
campesinos, herederos de una arraigada organización comunitaria,
tienen ya todos los trámites para la creación de la ZRC e incluso
el Incoder les ayudo a hacer los estudios, sin embargo, dicen los
campesinos, falta la voluntad política del gobierno. Un objetivo
fuerte de la creación de la ZRC es garantizar en gran medida su
aislamiento de los impactos de las acciones de guerra y la garantía
de que ningún proyecto minero los va a desplazar.
Entender
el Catatumbo, es entender el país. La PAZ de Colombia pasa sin duda
por el Catatumbo. En estos momentos los manifestantes agrupados en la
Asociación Campesina del Catatumbo –ASCAMCAT- y apoyados por la
Asociación Nacional de ZRC –ANZORC- se muestran gremialmente
fuertes y siguen hermanándose por miles en las carreteras de acceso
a Ocaña (por el sur y por el norte), manifiestan que “hemos
recibido palo por muchos años, así que un poquito más de palo no
nos importa”. El gobierno no se pronuncia
con claridad aun, y la opinión pública está a la espera de las
próximas reuniones entre las partes. Además de los campesinos,
todos los acaldes de la región demandan la presencia del gobierno
para dialogar, sumándoseles al clamor los alcaldes de Ocaña y de
algunos municipios de sur del Cesar que se ven comercialmente
afectados por el PARO.
El
devenir de esta coyuntura regional tiene un impacto político
nacional de gran magnitud, pero además genera la preocupación de
los defensores de DDHH ya que un mal manejo de la situación a manos
del gobierno terminará en tragedia, como lo dicen los dirigentes
campesinos.
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