En la universidad industrial de Santander en horas de la tarde del jueves 29 de agosto, se respiraba un ambiente que desde hace mucho tiempo no se había vuelto a ver. Se respiraba alegría, indignación, reflexión, crítica, creatividad y agitación. Las y los estudiantes estaban preparándose para la marcha de antorchas en defensa de la educación y en apoyo al paro nacional agrario. Lo sorprendente e inesperado fue ver a un grupo de mujeres encapuchadas que por medio de consignas y vestidas de campesinas, revindicaban la labor del campesinado colombiano, exaltando sus voces de protesta en contra de los tratados de libre y comercio; y la soberanía alimentaria.
Este grupo de mujeres guerreras, que dejaron a un lado el pudor sobre sus cuerpos y, dejaron a un lado sus brasieres, para mostrar sus pechos, sus cinturas, sus torsos como territorios soberanos rompen con los estereotipos de “mujer perfecta” que el sistema ha implantado en las mentalidades de las demás mujeres . También usaron sus cuerpos como lienzos para plasmar mensajes de protesta contra las políticas del gobierno colombiano y en apoyo al paro agrario y popular. Estas mujeres llevaban en sus manos flores de diferentes colores y con ellas realizaron un acto simbólico y una ofrenda hacia las semillas criollas.
El impacto que ellas causaron en el alma mater fue contundente, ya que por vez primera se ve un acto de esta magnitud, por que como es sabido los grupos políticos de la universidad se ha caracterizado por el liderazgo de los hombres y no se había reflejado un número tan grande de mujeres liderando un acto como estos. Lo que podemos ver, es que cada día las mujeres van tomando nuevas iniciativas para concientizar a la comunidad estudiantil y dejando claro que la mujer también resiste, se organiza y lucha.
