¡Ésta victoria es de ustedes!

con el SENADOR ALBERTO CASTILLA, ganan la madre tierra, el agua y los páramos, los mínimos vitales de agua y energía, las semillas y el alimento, la tierra y el territorio, el trabajo para los jóvenes, las luchas de las mujeres, la paz.

martes, 25 de junio de 2013

CATATUMBO, VIEJAS GOTERAS Y NUEVA COYUNTURA



El Catatumbo es una subregión situada al norte del departamento de Norte de Santander. Demarcada por zonas planas, montañosas y selváticas alrededor del río Catatumbo, está conformada por los municipios de Convención, El Carmen, Hacarí, El Tarra, Tibú, San Calixto, Sardinata, La Playa y Teorama. Según el DANE para el 2004 tenía una población de 176 000. 
Esta región de rica tradición campesina e indígena empezó desde los años 70s a ser lugar de conflicto, las guerrillas asentaron ahí parte de sus estrategias militares y políticas. Luego del paro nororiental campesino en la región a finales de los 80s el flagelo del paramilitarismo inicia su penetración en la zona, dejando decenas de masacres, desplazamientos, desapariciones y cualquier tipo de vejámenes (las cifras son desgarradoras). El narcotráfico terminó por convertir al Catatumbo en una de las regiones más peligrosas del país. Desde esos momentos, y acentuándose durante los periodos presidenciales de Uribe, su población vive una grave crisis humanitaria.
Asimismo el Catatumbo tiene otras dos goteras: el intolerable abandono social por parte del Estado y el impacto de las olas invernales en los años pasados. El estado de las carreteras de acceso es una lotería, los profesores y médicos nombrados salen corriendo al primer disparo o cilindro que estalla, las instalaciones médicas son medievales; es la Colombia que muchos creen extinta y hablan de ella en pretérito. A pesar de la dura situación humanitaria a raíz de la guerra, los clamores generalizados de su gente son: Educación, salud y carreteras.
Este convulsionado pedazo de tierra es sumamente complejo, en los foros académicos y políticos se dice que hay más proyectos de multinacionales tras el carbón y el petróleo, el cultivo a gran escala de la palma de aceite es cicatriz abierta de la concentración en la tenencia de la tierra pescada en el rio revuelto del paramilitarismo y la frontera con Venezuela la hace ruta de contrabando a través del río Catatumbo (que hasta sirve para llevar a los enfermos a Venezuela).
Bajo tantas goteras, hay una que es de especial tensión porque involucra directamente a los pobladores, a los grupos armados irregulares, al ejército, al gobierno y a la opinión pública: el tema de la coca.
Un sector de los campesinos del Catatumbo son sembradores y raspadores de coca, una práctica que se propició por varios factores: la poca garantía comercial para sembrar alimentos, la presión de los grupos armados y los dividendos que deja la coca, generando incluso que personas de todas las edades y de diversas regiones se vayan hasta el Catatumbo a ´raspar coca y ganarse unos pesos rapidito´.
Recientemente el gobierno y los mandos militares anunciaron para el Catatumbo el Plan de Consolidación, un plan que según el gobierno nacional combinará la inversión social con la erradicación de coca. Y acá empieza la coyuntura actual.
Desde hace más o menos tres meses el ejército inició la erradicación manual y química de las plantas de coca, lo que ha generado líos con parte de la población puesto que además de quitarles sus fuentes de ingresos (sin proponerles otras salidas factibles para comer), han realizado capturas a campesinos. Esto ha reventado la pasividad de la población, que desde hace casi medio mes adelantan un PARO CAMPESINO para exigir un dialogo con el gobierno y un pliego de cargos. Los campesinos se trasladaron hacia el municipio de Ocaña (segunda ciudad del dpto.), siendo este el epicentro de los choques violentos contra el ESMAD, situación tensa en aumento que aún sigue latente y cuenta dos campesinos asesinados y varios heridos por disparos de fusil.
Lo más mediático del pliego de peticiones es la suspensión de la erradicación forzada para abrir una erradicación concertada que no los deje sin sustento y la creación de una Zona de Reserva Campesina –ZRC- , figura que cobija el Estado y que tiene 6 ejemplares en el país.
Esos campesinos, herederos de una arraigada organización comunitaria, tienen ya todos los trámites para la creación de la ZRC e incluso el Incoder les ayudo a hacer los estudios, sin embargo, dicen los campesinos, falta la voluntad política del gobierno. Un objetivo fuerte de la creación de la ZRC es garantizar en gran medida su aislamiento de los impactos de las acciones de guerra y la garantía de que ningún proyecto minero los va a desplazar.
Entender el Catatumbo, es entender el país. La PAZ de Colombia pasa sin duda por el Catatumbo. En estos momentos los manifestantes agrupados en la Asociación Campesina del Catatumbo –ASCAMCAT- y apoyados por la Asociación Nacional de ZRC –ANZORC- se muestran gremialmente fuertes y siguen hermanándose por miles en las carreteras de acceso a Ocaña (por el sur y por el norte), manifiestan que “hemos recibido palo por muchos años, así que un poquito más de palo no nos importa”. El gobierno no se pronuncia con claridad aun, y la opinión pública está a la espera de las próximas reuniones entre las partes. Además de los campesinos, todos los acaldes de la región demandan la presencia del gobierno para dialogar, sumándoseles al clamor los alcaldes de Ocaña y de algunos municipios de sur del Cesar que se ven comercialmente afectados por el PARO.
El devenir de esta coyuntura regional tiene un impacto político nacional de gran magnitud, pero además genera la preocupación de los defensores de DDHH ya que un mal manejo de la situación a manos del gobierno terminará en tragedia, como lo dicen los dirigentes campesinos.