20
centavos. Un alza de 20 centavos en el precio del transporte desató
en Brasil una serie de manifestaciones sociales que luego de varios
días han tomado exigencias más amplias. Las manifestaciones ya
están en más de 20 ciudades del país amazónico. Las marchas pasan
los 100 000 asistentes. En Brasilia la indignación resalta además
el alto costo de inversión en la preparación del Mundial de Futbol
(2014) y el mundo inmediatamente piensa: ¿Brasil?
¡Creíamos que estaban viendo futbol!
“Hay
una especie de malestar generalizado, sin un enfoque claro. Hay una
especie de resentimiento y frustración de orden social, alimentada
por un estilo de gestión que no ofrece un diálogo público”,
le dijo a BBC Brasil el sociólogo Gabriel Cohn.
Se trata
de lo mismo que se viene denunciando desde algunos sectores de la
academia y sobre todo desde las percepciones de la gente del común y
las organizaciones sociales: las ciudades como
imposibilitadoras de la realización del ser humano, de su dignidad y
sus capacidades individuales y colectivas en convivencia con su
entorno. En Brasil (al igual que en Chile,
España, Turquía, Grecia, etc.) este descontento ha encontrado su
punto de saturación: en Brasil fue el aumento del precio del
transporte; en Turquía (con mas de dos semanas en fuertes
manifestaciones) fue la demolición de una parque natural para
construir un centro comercial. Así cada ciudad y país fue
encontrando su punto de saturación, generando en las calles la
unidad que temen las instituciones (gobierno, partidos políticos,
etc).
El caso
de Brasil es especialmente interesante por dos cosas, la primera es
que genera una gran expectativa pues justo cuando el mundo creía que
Brasil gozaba de buenos tiempos, que la pobreza se disminuía y que
son potencia emergente (muestra de ello serían los eventos
deportivos mundiales (además serán la casa de los Juegos Olímpicos
2016), hoy nos damos cuenta que la bonanza no llega hasta los
barrios. El segundo aspecto es que l@s ciudadan@s de Brasil, amantes
pasionales del futbol, han puesto en un segundo (o tercer) plano la
“fiesta” del deporte y han salido a manifestar su rechazo a los
manejos de la Presidenta Dilma Rousseff.
¿Cómo
es que los futboleros del continente en pleno desarrollo de la copa
Confederaciones y a vísperas del Mundial hoy tengan como prioridad
su dignidad y su derecho a ser escuchados? Y acá en Colombia,
creyéndonos el cuento de que somos los más felices andamos con
sonrisa de reina para no perder el trono, mientras nuestros
gobernantes y legisladores venden nuestra salud, arruinan nuestra
seguridad alimentaria, mercantilizan la educación y la lista sigue
por donde miremos.
Que gran
ejemplo el que nos da Brasil en apenas unos días de protestas (muy a
pesar de la fuerte represión Estatal). No sería capaz de definir lo
que significa para l@s brasileñ@s el futbol y los ojos del mundo
puestos en ellos, sin embargo han dicho: un
momento, primero, lo primero.