¡Ésta victoria es de ustedes!

con el SENADOR ALBERTO CASTILLA, ganan la madre tierra, el agua y los páramos, los mínimos vitales de agua y energía, las semillas y el alimento, la tierra y el territorio, el trabajo para los jóvenes, las luchas de las mujeres, la paz.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

MEMORIAS DE UN PARO I





El pueblo lo dice,
y tiene la razón,
primero lo primero,
la papa y el arroz.

Sectores campesinos de todo el país habían acordado salir el 19 de agosto a las vías del país. Ese lunes festivo empezó con movilizaciones en departamentos como Nariño, Boyacá, Antioquia, Cundinamarca y sectores de Santander, pero el gobierno nacional sólo respondía con indiferencia: “el paro no es de la magnitud que esperábamos”. Tal parece ser que la arrogancia torpe de la presidencia fue más bien el combustible de la indignación nacional; cada vez que el gobierno habla, hace crecer la protesta. Más de 14 departamentos con fuertes concentraciones campesinas, camiones apiñados al borde de las carreteras y fuertes protestas mineras en algunas regiones iban desbaratando la idea de que el paro había sido más bien regular.

Pero dos hechos cambiaron el rumbo de las cosas. Las redes sociales fueron inundadas por videos y fotografías de evidentes crímenes de las fuerzas de seguridad para con la población, ataques indiscriminados, violaciones a los domicilios, saqueos, golpizas y hasta disparos indiscriminados de armas de fuego, sobre todo en la región de Boyacá y Cundinamarca. A través de los medios, como ya es costumbre, se pretendió sembrar la idea de que las protestas estaban infiltradas de “politiqueros” y “terroristas”. El presidente se atrevió a declarar las tristemente célebres palabras: “el tal paro nacional agrario no existe”. Toda esta marea de afrentas hicieron estallar por cientos los cierres de vías, los municipios de otras regiones que no se habían atrevido salieron, y las ciudades se sintieron solidarias con las causas agrarias. “Acá estamos cerrando la vía a ver si es que van a seguir diciendo que el paro no existe, a ver si es que los campesinos no existimos!” era lo que gritaba un campesino embejucado de Mutiscua, Norte de Santander.


Ruana y cacerola,
la lucha es una sola.

El cacerolazo como método de expresión ciudadana se hace sentir en las calles de las principales ciudades del país. Jóvenes en su mayoría, citados a través de las redes sociales, pero también madres, padres de familia y trabajadores, se suman en un solo grito de solidaridad con las justas causas de los sectores campesinos. Ollas y cacerolas en la mano, y ruanas sobre los hombros, inundaron el Parque de San Pío y la Universidad Industrial de Santander. Una marcha espontanea de las cacerolas salió desde la UIS, recorrió las principales vías de la ciudad, estrechó los lazos de unidad con las cacerolas de San Pío y despertó a todos los vecinos de la ciudad. Para algunos habrá sido como un temprano despertador, pero para muchos fue el campanazo de un llamado que los obligó a buscar apresuradamente los cachivaches en la cocina y sacarlos a sus ventanas para acompañar el trinar de la indignación.


Vamos compañeros,
hay que poner un poco más de empeño,
el hospital del pueblo no se vende,
se defiende.

A las marchas de los motociclistas se han venido sumando las insistentes acciones públicas de los estudiantes de la Facultad de Salud de la UIS. “Estos han sido días de muchas marchas”, era lo dicho por los periodistas locales que ya se acostumbraron a las largas jornadas. Las marchas y plantones por el Hospital Universitario de Santander se tomaron la ciudad el jueves 15, el viernes 23 de agosto y el lunes 2 de septiembre; los estudiantes no se rinden ante la obligación de salvar para sí mismos y todos los santandereanos el único Hospital Público Universitario que nos queda casi que en todo el país. “Nos duele ver como se prefiere invertir el dinero en estatuas y obras de cemento para los carros, y se descuida el futuro del Hospital, nada más hay que ver la desmejora que ha tenido en la parte administrativa, la atención es peor a la gente, y ahora obligan a los sub-gerentes a que renuncien, estamos seguros que quieren sacar como sea a la UIS del Hospital, no sabemos si es para regalárselo a los privados.” Estos jóvenes se han tomado el trabajo durante los días pasados de llamar la atención de la ciudad visitando barrios, plazas de mercado y parques. El objetivo, que la UIS asuma la administración del Hospital, que se garantice la acreditación del mismo en 2014, todo para evitar que el único Hospital Público Universitario que tenemos caiga preso del modelo de salud privada pre-pagada; “como hicieron con la Clínica Comuneros”.


 
Y no queremos,
y no nos da la gana,
ser una colonia norteamericana,
y sí queremos,
y juntos lucharemos,
por una Colombia libre y soberana.

Un campesino de ruana, con el más calmado de los acentos y un manejo experto que cualquiera de los ministros envidiaría explicó al país porqué tuvieron que tomar las calles: “no podemos competir pagando una de las gasolinas e insumos agrícolas más caros del mundo, los mercados están inundados por papa, cebolla, arroz, azúcar y otros productos agrícolas venidos del exterior a precios increíbles, firmaron los TLC y nos dejaron en el abandono”. Veamos las cifras: en Colombia un campesino puede pagar hasta 90 mil pesos por un bulto de fertilizante cuando en los países vecinos se puede conseguir a 25 mil; estos fertilizantes son controlados por 3 grandes firmas ligadas a multinacionales que controlan semillas, pesticidas y otros insumos; los colombianos pagamos a 8.479 pesos un galón de gasolina, siendo una de los costos más altos del mundo, incluso más altos que los de la gasolina en Estados Unidos y la cuarta más alta del continente después de Uruguay, Brasil y Chile; pero al mismo tiempo, compañías multinacionales como Drummond pagan a casi 3mil pesos el galón de gasolina por cuenta de la exención al impuesto global de combustibles llegando a regalar la nación a estas compañías casi 135 mil millones de pesos cada año. Si hablamos de cifras al modelo económico colombiano no le va muy bien.

Hasta el joven campeón Nairo Quintana, un boyacense, aguerrido ciclista del mundo, salió a entrenar por las vías

bloqueadas y dejó bien en clara su posición de apoyo al paro y de exigir al gobierno soluciones: “Es muy triste sacar un bulto de papa a una plaza y ponerse uno a llorar de tristeza porque ni siquiera saca (gana) lo de los transportes” “Nosotros perdimos algunos terrenos hace muchos años, nos los remataron los bancos por el tema del cultivo. Tuvimos que lamentablemente retirarnos y cultivar apenas para comer” “Que haya un acuerdo digno para los campesinos”. 
 
 
Es que el Paro ha ratificado una verdad evidente: el campo sigue en el más absoluto abandono; pero ha llevado la conciencia nacional un paso más allá: le problema es que este modelo fue diseñado para beneficiar a los grandes capitales multinacionales pasando por encima de la gente, la producción y el territorio. En la mesa de diálogos de la Habana, la delegación gubernamental ha dicho que no está en discusión el modelo, pero en las calles del país la lucha ciudadana le pone el pecho a las consecuencias del modelo mismo. Lo que está en cuestión es si la ciudadanía permitirá o no la destrucción de la nación: su producción, alimentación, fuentes de empleo y riqueza natural.


Continuará…