Hoy 20 de julio, día de
la independencia, tradicionalmente en Bucaramanga y en todas las
ciudades se realiza el desfile militar. Lo que en otras épocas
habría significado una celebración de las armas con las que se
selló la libertad, hoy en día son un signo de repudio e
inconformismo, pues esas armas han sido utilizadas para masacrar al
pueblo, matar al pobre y al campesino, proteger solo al rico y al
extranjero. ¿De qué independencia hablamos?
Jóvenes y estudiantes
decidimos reunirnos, conscientes de que hoy día no somos
independientes, y por lo tanto celebrar el desfile del aparato
militar con el que nos reprimen no es más que una cruel burla. Así
es que poco a poco nos fuimos encontrando hoy 20 de julio en la
mañana, en el parque de San Pío, junto a la Gorda de Botero,
escultura infame que le costó a la ciudad 2.500 millones de pesos.
Las espontáneos participantes fueron llegando, nos sentamos en
círculo y empezamos a debatir sobre dependencia y soberanía. En
pocos minutos llegaron motos con policías antimotines, avisados de
la actividad que planeábamos realizar. Quizás ellos esperaban ver
un grupo de encapuchados con piedras y cuchillos pero lo que se
encontraron fue un grupo de jóvenes sentados en círculo
discutiendo, dándole vida a una auténtica democracia. Pero el
contenido de esa discusión era sumamente importante y fundamentaba
todo nuestro proceso. Poco a poco fueron surgiendo comentarios que
fundamentaban más nuestra indignación y nuestra lucha. En Colombia
no tenemos independencia económica porque no producimos lo que
consumimos, la ley protege a las multinacionales y quiere acabar con
la pequeña y mediana empresa nacional. Tampoco tenemos independencia
social, porque cuando los ciudadanos salen a marchar no encuentran
más respuesta que la represión e incluso la muerte prueba de ello
los campesinos del Catatumbo entre otros más.
Finalizada la discusión
nos trasladamos a la carrera 27, lugar donde se realiza el desfile.
Nos colamos entre la gente y disfrazamos de cultura nuestro grito de
protesta. Con un cajón al hombro que simbolizaba los campesinos
muertos y la independencia fallecida continuamos recorrimos de arriba
a abajo la calle, encontrando en la gente expresiones de apoyo,
miradas extrañas y uno que otro insulto que no falta. La alegría
juvenil se introdujo por un momento dentro del desfile cantando:
“menos armas! más educación!”. Al fin de cuentas: ¿no estamos
en tiempos de paz? Pero rápidamente, como de costumbre, fuimos
sacados por la policía; callarnos es la única alternativa que nos
ofrecen. Por el otro carril contrario, como representando las dos
caras de la moneda que vive a diario el país, avanzamos con nuestra
buena energía de Paz. Ya en el parque de los niños nos reunimos
nuevamente; ya habían quedado atrás los pasos y los boletines
elaborados para la ocasión: “Un país In The Pendiente”;
gritamos nuestra arengas llenos de euforia por la tarea realizada
conscientes de que alguno de nuestros gritos llegaron a los oídos y
el corazón de nuestra gente. Atrás quedaron los pasos, por delante
queda todo un presente por realizar para esta juventud sin futuro en
un país decadente pero lleno de esperanza y berraquera.
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